El mercado laboral peruano exhibe características que lo hacen inflexible y segmentado, ofreciendo escasas oportunidades para el desarrollo pleno de sus trabajadores. Según la ENAHO 2017, alrededor de 70% de la PEA ocupada se encuentra en situación de informalidad, y más del 30% de los asalariados a tiempo completo recibe un pago mensual menor a la Remuneración Mínima Vital (RMV). Más aún, cuatro de cada diez graduados universitarios se encuentra subempleado o sub-remunerado; proporción que puede aumentar hasta seis de cada diez dependiendo de la carrera profesional del egresado (Lavado, Martinez, & Yamada, 2014). En comparación internacional, Perú se encuentra entre los seis últimos puestos según el “Índice de Mejores Trabajos”, elaborado por el BID (2017).2