La política es, o debería ser, la búsqueda continua y permanente del bien común. Que, a través de las elecciones, un determinado contingente de ciudadanos, que llamamos “políticos”, reciba el encargo de asumir gran parte de esa tarea, no implica que los demás renunciemos a toda participación. Por el contrario, no solo votamos, sino que podemos opinar libremente y manifestar en las calles cuando lo estimamos necesario. Es decir, todos estamos llamados a tener un papel en la política, y, por lo tanto, asumimos una responsabilidad por lo que acontezca en ese ámbito.